Que difícil resulta ponerse en los zapatos del otro y mirar la vida desde otro ángulo que no sea el mío.
Comúnmente se juzga a las personas por su apariencia, sus bienes, su dinero o su profesión. ¿Pero quien dijo que alguien que vista sencillo, que viva en una casa modesta, con limitados recursos económicos y sin profesión definida no sea honorable, inteligente y los más importante: feliz?
A cuantos que tienen esas primeras condiciones de supuesta estabilidad social hemos visto atormentados por situaciones de enfermedad, vicios, problemas legales, en fin… el tener dinero no hace a la gente feliz. El dinero como fruto del trabajo del ser humano le permite comprar cosas: alimentos, ropas, medicinas, útiles escolares, pagar servicios, entre otros, que hace la vida más cómoda; solo eso, pero el dinero no es el ser que llevas dentro, no te puedes medir por el dinero que tengas, ni juzgar a los demás con esa misma medida, somos mucho más que eso…, si el dinero que hoy poseemos se acabara, ¿Dejaríamos de ser quienes somos?, o si no tuviéramos esa profesión, esa casa o el carro, ¿Seríamos menos personas de lo que somos en este momento?, ¿Menos inteligentes, trabajadores, honestos, responsables?.
La respuesta es personal…
domingo, 21 de marzo de 2010
Ese es un pobre diablo…
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